Qué es la inteligencia emocional

La Inteligencia Emocional: Una Perspectiva Integral en el Mundo Laboral

A menudo asociamos la inteligencia con la capacidad de razonamiento lógico y el coeficiente intelectual, que mide habilidades en ciencias exactas, comprensión, análisis reflexivo, razonamiento espacial, capacidad verbal y habilidades mecánicas. Sin embargo, en el ámbito empresarial, surge la importancia de la «inteligencia emocional», que se centra en cómo manejamos nuestras emociones y relaciones con los demás.

En un mundo laboral en constante cambio, la «empleabilidad» se define como la capacidad de aportar valor a la organización, y ya no solo se logra con un alto coeficiente intelectual. Enrique de Mulder destaca la necesidad de desarrollar un coeficiente emocional, que incluye cualidades como constancia, flexibilidad, optimismo y perseverancia.

Daniel Goleman, referente en inteligencia emocional, analizó empresas exitosas y descubrió que, en roles directivos, el coeficiente intelectual es crucial, pero la diferencia en el desempeño gerencial se atribuye en un 90% a factores asociados con la inteligencia emocional.

¿Qué es el coeficiente emocional? Acuñado por Peter Salovey y John Mayer en 1990, se define como una forma de inteligencia social que implica dirigir y comprender los propios sentimientos y los de los demás.

La inteligencia emocional abarca dos tipos de inteligencias: la personal y la interpersonal.

La inteligencia personal incluye la conciencia en uno mismo, el control de sí mismo y la automotivación. Por otro lado, la inteligencia interpersonal engloba la empatía y las habilidades sociales. Estas competencias son esenciales para guiar el pensamiento, la acción y construir relaciones efectivas en entornos laborales dinámicos.

Inteligencia Personal

– La Inteligencia Personal: Se compone, a su vez, de diversas competencias que definen nuestra relación con nosotros mismos. Esta inteligencia abarca tres componentes clave cuando se aplica en entornos laborales:

  1. Conciencia en uno mismo: Implica la capacidad de reconocer y comprender nuestras propias fortalezas, debilidades, estados de ánimo, emociones e impulsos. Además, se refiere a la habilidad de entender cómo estos aspectos afectan a los demás y al entorno laboral. Aquellos con esta competencia pueden juzgarse de manera realista, siendo conscientes de sus limitaciones, admitiendo errores con sinceridad, mostrando sensibilidad al aprendizaje y poseyendo un alto nivel de autoconfianza.
  2. Autorregulación o control de sí mismo: Se trata de la habilidad para gestionar nuestras emociones e impulsos, alineándolos con objetivos específicos. Esto incluye responsabilizarse de nuestras acciones, reflexionar antes de actuar y evitar juicios prematuros. Las personas con esta competencia son sinceras e íntegras, manejan el estrés y la ansiedad en situaciones desafiantes y muestran flexibilidad ante cambios y nuevas ideas.
  3. Automotivación: Implica la capacidad de mantener una búsqueda continua y persistente de objetivos, enfrentando problemas y encontrando soluciones. Aquellos con esta competencia demuestran entusiasmo por su trabajo y el logro de metas, yendo más allá de la recompensa económica. Tienen una alta iniciativa y compromiso, así como una fuerte capacidad optimista para alcanzar sus objetivos.

Inteligencia Interpersonal

– La Inteligencia Interpersonal: Similar a la anterior, esta inteligencia está compuesta por diversas competencias que definen nuestras relaciones con los demás:

  1. Empatía: Se refiere a la habilidad de comprender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar y respondiendo adecuadamente a sus reacciones emocionales. Las personas empáticas son aquellas capaces de escuchar y comprender los problemas y motivaciones de los demás. Suelen gozar de popularidad y reconocimiento social, anticipándose a las necesidades de los demás y aprovechando las oportunidades que les ofrecen otras personas.
  2. Habilidades sociales: Involucra el talento para gestionar relaciones interpersonales, persuadir e influenciar a los demás. Aquellos con habilidades sociales destacan en la negociación, liderazgo de grupos, dirección de cambios y colaboración efectiva en equipos, creando sinergias grupales.

A diferencia del coeficiente intelectual, Goleman sostiene que la inteligencia emocional no es innata, sino que se puede crear y fortalecer a lo largo de la vida. Destaca la importancia de enseñar conceptos emocionales básicos desde la infancia. Explora cómo la inteligencia emocional se está convirtiendo en un factor clave en el éxito profesional y en la adaptabilidad al cambiante panorama laboral.

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